Echamos la mirada atrás y recordamos todas las salidas en
bicicleta que juntos hemos realizado por esos caminos de Dios.
Hemos rodado por
carretera, cruzado pinares y encinares entrañables, volado por trialeras
imposibles, subido cuestas en la punta del sillín y descensos vertiginosos;
aprendimos a movernos por arenales, canchales y terrenos pedregosos,
cruzando tierras de barbecho o sembrados de cereales.
En verano a 38
grados o a 3 grados bajo cero en pleno invierno; con niebla, lluvia o incluso
nieve; y ahí estabas tú, José Luis, disfrutando del paisaje, de la ruta y sobre
todo de nuestra buena compañía.
Hemos compartido
contigo un sorbo de agua, una barrita de cereales o una simple charla.
Nos hemos reído
contigo en las caídas en los arenales...otras han quedado en un susto, e
incluso hemos tenido algunas desavenencias que se diluían en unas burbujas de
cerveza con limón.
En las averías
mecánicas ahí has estado y ahí nos has tenido para solucionarlo y continuar
camino, fiel al espíritu güevoloquero.
Has
disfrutado de los aperitivos y meriendas en nuestra sede El Retiro, esas rabas,
chorizo, queso, croquetas o las innumerables tapas que prepara Tomás, sobre
todo ese calabacín rebozado que tanto te gusta.
En
definitiva, uno más de esta gran familia que conformamos el Güevo Loco;
Familia digo bien y con mayúscula, pues ahí afuera solo nos tenemos unos a
otros, codo con codo como unos buenos hermanos.
Así es el
Güevo Loco y así seguiremos todos juntos contigo en esa cuesta empinada, esa
trialera pedregosa, esos arenales o esos caminos pintorescos....y sobre todo en
ese avituallamiento con unas jarras de cerveza con limón, unos pinchos de
calabacín rebozado y muy buena compañía.
Creo que
hoy salimos a las 6 de la tarde...allí nos vemos.