La puntualidad en el güevo loco se está convirtiendo en algo habitual, de tal manera que a las 8:30 ya estábamos todos y a las 8:35 iniciábamos la ruta, 17 bikers que enfilábamos el primer páramo de cinco con buen ritmo, pero llegó la primera bajada y tuvimos una caída que en un primer momento nos escalofrió a todos pero que afortunadamente se quedó en contusiones y roces. De forma casi inmediata comenzamos la subida al segundo páramo (berceruelo) y ahora tenemos un tramo largo en llano para entonar las ya conocidas por todos, melodías del güevo loco, aprovechamos para tirar algunas fotos en los pueblos de paso y reparar un par de pinchazos antes de llegar a la santa espina, donde rellenamos los bidones y continuamos hacia el lago para hacer una pequeña parada y disfrutar de las vistas. A partir de aquí comenzamos a entrar en monte e iniciarle con una subida en la cual alguno fue al suelo pero sin consecuencias, continuos zigs zags, tierra roja, piedras, es lo que nos dejaba el monte, además de su disfrute. Ya nos quedaba poco para llegar al destino y la última bajada que era larga aceleró la marcha (ya teníamos en mente las cañas y la comida). Después de unos 60 km llegamos al avituallamiento definitivo, las jarras de cerveza y limón corrían entre nosotros mejor que el agua (había que hidratarse después del esfuerzo), ya reunidos todos y alguno que vino expresamente para la comida dimos comienzo a ésta (mollejas, callos, rabo de toro, bacalao, etc..). Esto tenía que ser pecado porque madre mía como estaba de bueno. Al termino de la comida algunos se fueron para casa y otros nos quedamos a dormir, de estos últimos que éramos ocho, cuatro nos fuimos por el canal de castilla hasta la esclusa siete como en un principio estaba programada la ruta, pero los otros cuatro rajaos que no voy a decir sus nombres (el del banco Santander, prosi, los hermanos Hernández) se quedaron jugando a las cartas, después de este pequeño apunte en clave de humor continuo narrando, al final cayeron unos 80km, así que fuimos directos a las duchas, para después dar un paseíto por Rioseco y hacer ganas de cenar y de ahí a la cama, claro, con el permiso de Luis (Autobusero) que no se calla ni durmiendo.
Amanece un nuevo día y encima con una hora menos de sueño, las caras de todos son un poema, nos duele el alma, pero no de la ruta del día anterior, sino de extrañar la cama. Después de un buen desayuno que nos dejaron las monjas (porque dormiamos en una posada del convento) partíamos hacia Tordesillas junto con Samuel y Entrefino que se acercaron para acompañarnos en la ruta de vuelta, una ruta algo más pesada ya que el regreso no le haces con el mismo ímpetu que la partida, las largas rectas de los páramos se hacen algo pesadas y el culo empezaba a sufrir, tuvimos buenas vistas al llegar a peñaflor y en el paramo de Torrelobaton, las fotos dan cuenta de ello. Era la 13:30 cuando por fin llegamos a Tordesillas y nos hidratamos con unas buenas jarras en nuestro bar habitual. No podemos acabar esta crónica sin hacer alusión a nuestro amigo Luis (Autobusero) y decir que la ruta fue un ¡ÉXITO TOTAL!
